Siria. Mercado Alepo. Agosto 2010. Foto Josep Blanch |
Cuando en 2010 estuve pateando Siria, nunca podía imaginar lo que hoy esta sucediendo. Imaginar una guerra con el tremendo rostro de miles y miles de muertos, contados día a día a través del Telenoticies. No podía pensar como la brutal represión de Al-Assad y su ejército a los intentos de apertura democrática de su país daría paso a un auténtico genocidio.
Sólo puedo decir que me es imposible comentar algo con sentido al ver esas imágenes en todos los medios de comunicación y menos un clicar “Me gusta” en Facebook ni que sea para informar a quien lo postea de que su historia me ha llegado y me ha impactado. No me acostumbro a tanto horror, por muy cotidiano que sea y tampoco me acostumbro a ver un País en ruinas. Siria destacaba por su rico y extenso patrimonio y francamente ver como el centro histórico de Damasco, las norias de Hama o el mercado de Alepo se destruyen por efecto de la guerra, me deja una impronta extraña, una huella que deja sentimientos encontrados de desolación, vergüenza y culpabilidad; culpabilidad por formar parte de un mundo que vive egoístamente y que abandona a su suerte a los mas débiles.
No tengo palabras. Lo siento. En cualquier caso, algo que Facebook aún no permite: clicar “No me gusta”.
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