viernes, 5 de abril de 2013

Descubierta una de las 3 “Puertas al Infierno”.



Excavaciones en Hierápolis, Turquia. 2003

La mitología greco-romana atribuía a Plutón la deidad del inframundo y como tal se convirtió en uno de los dioses más importantes del panteón helénico y romano.

Para griegos y romanos el infierno estaba en la Tierra y se accedía al mismo al fenecer. Los templos mas importantes dedicados a Plutón funcionaban como “Puertas del Infierno”. El geógrafo griego Strabo dejó escrito que existían tres plutonion, tal como se conocían estos lugares en griego. El ahora descubierto, al que Strabo dedicó especial atención, esta situado en la ciudad frigia de Hierápolis, hoy Pamukkale, en Turquía.

Piscinas de Pamukkale - Turquia - 2003
La puerta del infierno de Hierápolis era un lugar cargado de misticismo: Su espacio estaba lleno de un vapor tan denso y brumoso que apenas se podía ver el suelo. Cualquier animal que pasaba a su interior encontraba una muerte instantánea.

Ha sido el arqueólogo italiano Franceso D’Andria, de la Universidad de Salento, quien ha hecho público su ubicación como resultado de unas excavaciones que permiten, por fin, saber cómo era en realidad el templo del que hablaba Strabo.

D´Andria ha encontrado en Pamukkale, famosa por sus piscinas de carbonato de calcio de un blanco deslumbrante, conocidas desde tiempos históricos por sus propiedades termales, los restos de un templo dedicado a Plutón, varias columnas jónicas con inscripciones dedicadas a las deidades del inframundo, una piscina y la escalera que conducía a la cueva, puerta del infierno, de la que surge dióxido de carbono, propio de las emanaciones termales.

La Puerta del Infierno era un destino ineludible para realizar ritos de incubación, una práctica común de la antigüedad que consistía en acudir a un templo para recibir un sueño que proporcionaba la solución a todo tipo de problemas, a modo de oráculo. Los peregrinos bebían el agua de la piscina que estaba junto al templo, dormían cerca de la cueva y tenían todo tipo de visiones y profecías. Los efluvios procedentes de la cueva provocaban alucinaciones en los peregrinos, que estos atribuían al poder de Plutón.

En el siglo seis d.C. los cristianos arrasaron con el lugar y después los terremotos posteriores acabaron enterrando lo poco que quedaba en pie, cerrando así la puerta a las tinieblas.

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