domingo, 17 de febrero de 2013

La curiosa historia de San Simeon el Estilita...



San Simeon, Base Coluna - 2010 - Foto J.Blanch 


Corría el año 390 cuando cerca de Tarso, en la actual Siria, nació Simeón. Un niño que fue pastor de ovejas hasta que un día en la iglesia se entusiasmó al oír el sermón de la montaña de las bienaventuranzas: "dichosos serán los pobres, porque de ellos es el Reino de los Cielos, dichosos los puros de corazón porque ellos verán a Dios". Decidido a llevar una vida acorde con ellas resolvió ingresar en un monasterio.
A los 15 años se aprendió de memoria los 150 salmos de la Biblia, para rezarlos todos cada semana, 21 cada día. Lleno de santo entusiasmo, se propuso, imitando a Jesús, pasarse los cuarenta días de cuaresma sin comer ni beber. Se cuenta que, en vista del éxito obtenido, repitió la hazaña durante todas las cuaresmas de su vida. Un milagro por año.
San Simeon - 2010. Foto Josep Blanch
Empezó a hacerse popular. De lugares lejanos acudía la gente para aconsejarse, llevarse trozos de su manto como reliquia, o simplemente contemplarlo mientras rezaba o daba consejos.

Asi pues con tanta popularidad le dificultaba hacer méritos, de modo que se hizo construir una columna de 3 metros, con una especie de barandilla en la cúspide, trepó y allí se quedó al aire y al viento, rezando en paz., pero fue inútil. Aun venia más gente, por lo que  hizo elevar la columna a 7 metros, una cuerda para que le alcanzaran el pan y el agua que apenas probaba y allá subió. Nada. Sus admiradores utilizaban escaleras para acercarse, tocarlo, hablarle y molestarle en general. ¿Entonces? Diecisiete metros, a ver si se animan. Y ya lo tenemos a Simeón a esa estupenda altura, aparentemente libre de vértigo, subiendo la poquísima comida con la soga y bajando sus heces…vaya a saber cómo. Allí vivió (si eso es vivir) 37 años, hasta su muerte.

No comía sino una vez por semana. La mayor parte del día y la noche la pasaba rezando. Unos ratos de pie, otros de rodillas y otros tocando el piso de su columna con la frente. Cuando oraba de pie, hacía reverencias continuamente con la cabeza, en señal de respeto hacia Dios. En un día le contaron más de mil inclinaciones de cabeza.

La gente seguía viniendo cada vez en mayor cantidad. Se había convertido en una atracción turística. Le pedían consejos, le sometían pleitos, y él les predicaba, corregía sus costumbres y oraba con ellos. Todo a gritos, imagino, para hacerse oír a 17 metros de altura. Para los casos confidenciales, supongo que se habilitaría la escalera.

Simeon murió el 5 de enero del año 459, a los 69 años. Estaba arrodillado rezando, con la cabeza inclinada, y así se quedó muerto, como si estuviera dormido. Dicen que en su sepulcro se obraron muchos milagros y junto al sitio donde estaba su columna se construyó un gran monasterio para monjes que deseaban hacer penitencia. Aún se conservan los restos del mismo y de lo que se dice es la base de la columna.

1 comentario:

  1. Que hermoso, estoy estudiando algo de historia universal, arte paleocristiano de oriente y curiosamente me encontre con esta reliquia, tengo 17 años :) y estoy encantada con San Simeón, saludos desde Perú ;)

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