Foto Josep Blanch - 2008 |
Cuenta la leyenda que un estudiante de Salamanca con el fin de conseguir fondos para pagar sus estudios, durante el verano se dedicaba a viajar y cantando al son de su guitarra conseguía algún dinero.
Encontrándose en su viaje en Granada, y celebrando la víspera de San Juan, reparó en la presencia de un extraño soldado con extraña armadura y armado con lanza y espada. Con el fin de satisfacer su curiosidad, el estudiante se intereso por su identidad. El soldado le contestó que le habían cogido prisionero en un ataque contra los moros 300 años antes. Le habían lanzado un hechizo que le obligaba a vigilar el tesoro de los moros y así evitar que cayese en manos cristianas.
Foto Josep Blanch - 2008 |
El guardián sólo era liberado temporalmente una vez cada 100 años, en la víspera de San Juan, cuando el hechizo permitía que cualquier persona lo viera y pudiera liberarlo. El estudiante se ofreció para ayudarle. Agradecido el soldado le ofreció la mitad del tesoro por el custodiado, si le ayudaba a romper el hechizo, para ello precisaba de un sacerdote en ayuno para librarlo del hechizo y una joven cristiana y pura para abrir el cofre del tesoro . La joven no fue difícil de encontrar, pero el único cura que encontró era un obeso adorador de los manjares, que tras esfuerzo en convencerlo, a base de repartir las riquezas del tesoro, al fin aceptó ayudarle. El cura haría lo posible para ignorar su apetito.
Subieron aquella noche hasta la Alambra con una cesta de comida para que el cura saciase su gula una vez acabado el trabajo. Cuando llegaron a la torre donde esta el tesoro, las piedras de su pared se abrieron a la orden del soldado, dejando al descubierto la estancia con el formidable botín. Una vez dentro, el hechizo parecía roto
Mientras realizaban el sortilegio dentro de la sala del tesoro, el joven estudiante empezó a llenar sus bolsillos con oro mientras que el hambriento cura se abalanzó sobre la cesta de la comida y sin espera alguna, se comió un grueso capón. De repente el estudiante, la muchacha y el sacerdote se encontraron de nuevo en el exterior de la torre y la entrada cerrada de nuevo. La Noche de San Juan había terminado y el hechizo no se había deshecho… El sacerdote había comido demasiado pronto.
De esta manera el soldado perdió la oportunidad de escapar de tan cruel hechizo y los demás de sus sueños de riquezas.
Según cuenta la leyenda, todavía el soldado permanece prisionero en la torre, donde se le puede ver vigilando el Tesoro de la Alhambra…y aquel joven estudiante con el poco dinero con que logro llenar sus bolsillos se casó con la joven doncella.
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